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martes, 6 de septiembre de 2011

La sinceridad.


La sinceridad
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por Samuel Smiles
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.. El deber se liga íntimamente a la franqueza de carácter, y el hombre de deber es sobre todo sincero en sus palabras y en sus acciones. Dice y hace lo que es bueno, de buen modo y oportunamente.
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.. Ninguna palabra se recomienda tan fuertemente a la aprobación de los hombres que piensan bien, como esta máxima de Lord Chesterfield: «Es la sinceridad lo que produce el éxito del caballero». Clarendon nos cita a Falkland, como uno de los hombres más nobles y más puros de su tiempo, y agrega: «Falkland era un adepto tan ardiente de la verdad que, más fácilmente se habría permitido robar que disimular».
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.. Una de las más bellas cosas que la señora Hutchinson ha podido decir de su marido, es que era profundamente sincero y hombre en quien se podía fiar. «Jamás hablaba contra su pensamiento; no prometía nada que no creyera poder complir, y cumplía todo lo que había prometido».
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.. El duque de Wellington (1) era un rígido admirador de la veracidad. La anécdota siguiente es un ejemplo evidente de ello. Estando afectado de sordera, consultó a un célebre especialista, quien, después de haber ensayado todos los remedios en vano, resolvió inyectar en el oído un cáustico violento. El dolor fue de los más agudos, pero el paciente lo soportó con su igualdad de humor habitual. Algunos días después, el médico de la familia vino por casualidad y encontró al duque con los carrillos purpúreos y los ojos inyectados de sangre; quiso levantarse y bamboleó como un hombre ebrio. El médico pidió permiso para verle el oído, y halló entonces que la inflamación era terrible y que corría riesgo, si no se detenía inmediatamente, de llegar al cerebro y causarle la muerte. Vigorosos remedios fueron aplicados inmediatamente, y la inflamación desapareció poco a poco; pero ese oído quedó completamente sordo. Cuando el especialista supo el peligro que había corrido el paciente, por la violencia del remedio que había usado, corrió a Aspley-House para expresar su pesar y mortificación; pero el duque le dijo sencillamente:
.. No hablemos más de eso, doctor; habéis querido obrar del mejor modo.
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.. El médico se desolaba, diciendo que sería para él la ruina, cuando se supiera que había expuesto a Su Gracia a un sufrimiento tan grande y a tan grande peligro.
.. Pero ninguna persona tiene derecho a saberlo le respondió Wellington. Guardadlo para vos, y estad seguro de que yo no diré una palabra.
.. Entonces, ¿me permitirá Vuestra Gracia visitarle como antes para mostrar al público que no me ha retirado su confianza?
.. No replicó el duque con bondad pero con firmeza; eso no se puede, porque sería una mentira.
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.. No quería mentir en acciones, como tampoco lo hacía en palabras (2).
Sir Arthur Wellesley, I duque de Wellington. Óleo pintado por sir Thomas Lawrence hacia 1820.
.. Encontramos en la vida de Blücher otro ejemplo de ese amor a la verdad y al deber. Mientras se apresuraba a marchar con su ejército por malos caminos en apoyo de Wellington, el 18 de junio de 1815, animaba a sus soldados con el gesto y la palabra.
.. ¡Adelante, muchachos, adelante!
.. ¡Es imposible! ¡Eso no se puede! respondían en torno suyo. Él los instaba cada vez más.
.. Muchachos, es necesario que avancemos; vosotros podréis decir que eso no se puede; sin embargo, es necesario que así sea: se lo he prometido a mi hermano Wellington; prometido, ¿entendéis? ¡Vosotros no querríais hacerme faltar a mi palabra!
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.. Y la palabra fue cumplida.
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.. La verdad es el verdadero vínculo de la sociedad, sin el cual cesaría de existir y caería en la anarquía y en el caos. Una casa no puede ser gobernada por la mentira; ni tampoco una nación. Se le preguntó una vez a sir Tomás Browne si los demonios mentían. «¡No! fue su contestación; porque entonces en infierno mismo no podría subsistir». No hay consideraciones que justifiquen el sacrificio de la verdad: debe reinar soberanamente en todas las circunstancias de la vida.
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.. De todos los defectos vergonzosos, la mentira es quizá el más vil. En ciertos casos es el fruto de la perversidad y del vicio, y en muchos otros el resultado de gran cobardía moral. Y sin embargo, algunas personas la tratan tan ligeramente que enseñan a sus sirvientes a mentir por ellos. No hay pues que sorprenderse cuando en esta triste escuela, los sirvientes se ponen a mentir por cuenta propia.
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.. Sir Harry Wotton describió a un embajador como «un hombre honrado enviado al extranjero para mentir en beneficio de su país», y esta definición, si bien en el pensamiento no fue más que una sátira, le atrajo el desagrado de Jacobo I cuando fue publicada, porque un adversario la citó como uno de los principios de la religión del rey. Y es sin embargo cierto, que Wotton tenía sobre el deber de un hombre honrado una opinión muy distinta, y nosotros encontramos claramente la prueba en algunas líneas que hemos citado al principio sobre el carácter de una vida feliz:
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Whose armour is his honest tought,
And simpre truth his utmost skill!
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[¡Que no tiene otra coraza que sus pensamientos honrados,
y en quien todo el arte consiste en ser verídico!]
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.. La mentira asume numerosas formas, tales como la diplomacia, las conveniencias, las restricciones mentales, o bajo un disfraz o bajo otro se la encuentra penetrando más o menos todas las clases de la sociedad. Algunas veces se esconde bajo el equívoco, los rodeos; expone o enreda los hechos de manera que hace nacer una falsa apreciación; es ese un género de mentira al que un francés llamó una vez «pasearse alrededor de la verdad». Hasta hay personas de espíritu estrecho y naturaleza deshonesta que se vanaglorian de su humildad jesuítica y su manera rastrera de eludir la verdad, y reservarse las puertas escapatorias para disimular sus verdaderas opiniones, y evitar las consecuencias que podrían tener para ellos el sostenerlas y profesarlas abiertamente. Instituciones o sistemas fundados en tales expedientes deben necesariamente ser huecos y falsos. «Por bien que haya sido vestida una mentira dice Jorge Herbert concluye siempre por ser descubierta». La mentira franca, aunque más atrevida y más viciosa, es quizá menos despreciable que ese género de sutileza y de equívoco.
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.. La falsedad se halla aun bajo muchas otras formas: en las reticencias y en las exageraciones; en los disfraces; en una pretendida oposición a las ideas de otros; en una apariencia de conformidad que engaña; haciendo promesas, o dejando que se crea en promesas que nunca se tiene la intención de cumplir; y algunas veces absteniéndose de decir la verdad cuando es nuestro deber decirla. Hay también personas que son todo aquello que se quiere, que dicen una cosa y obran de otro modo, como el señor Doblecara de Bunyan, engañándose a sí mismos, mientras creen engañar a sus semejantes; y que, no teniendo nada de sinceros, no inspiran confianza alguna y concluyen invariablemente mal, cuando no se hacen del todo impostores.
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.. Otros son falsos en sus pretensiones y asumen méritos que no poseen. El hombre sincero, por el contrario, suele ser modesto, y no hace ostentación de sí mismo, ni de sus actos. Cuando Pitt estaba ya enfermo del mal que le acabó, se recibió en Inglaterra la noticia de los grandes hechos de Wellington en la India.
.. Cuanto más oigo hablar de sus éxitos dijo Pitt, más admiro la modestia con que recibe los elogios que merece. Es el único hombre que he conocido que no se envanezca de lo que ha hecho, y que, sin embargo, tiene tantas razones para hacerlo.
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.. El profesor Tyndall ha dicho igualmente de Miguel Faraday, «que tenía horror a las pretensiones de cualquiera clase que fuesen, sea como hombre o como filósofo». El doctor Marshall Hall tenía el mismo espíritu; era sincero hasta el valor, verdadero hombre de deber y de energía. Uno de sus amigos más íntimos ha dicho de él, que todas las veces que encontraba falsedad o malos designios, los descubría diciendo: «Yo no quiero, ni puedo dar consentimiento a una mentira». Una vez que la cuestión del bien o del mal estaba decidida en su espíritu, seguía el bien, cualquiera que fuese el sacrificio o las dificultades que le costaran, y jamás entraron para nada en la balanza su propia conveniencia o su inclinación.
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.. No había virtud alguna que el doctor Arnold se esforzara más en hacer penetrar en el espíritu de los jóvenes que la virtud de la sinceridad, que consideraba la más noble, y que es en efecto la base de toda verdadera dignidad. La llamaba “la tranparencia moral” y la estimaba sobre toda otra cualidad. Cuando una mentira era descubierta, la trataba como una falta capital; pero cuando un discípulo afirmaba una cosa, la aceptaba con confianza. «Si tú lo dices, es bastante; yo debo creer en tu palabra». Manifestando esa confianza, habituaba a los jóvenes a la sinceridad, y llegaron a decirse: «Es una vergüenza mentir a Arnold; os cree siempre» (3).
.. «El carácter», por Samuel Smiles. Traducción española por Emilio Soulère.
.. (1) Sir Arthur Wesley (después “Wellesley”) fue el más grande prócer británico y uno de los héroes más ilustres de la Historia del mundo. De famila anglo-irlandesa. Gracias a su estrategia e intervención, logró, con la victoria de la batalla de Waterloo, acabar para siempre con la tiranía de Napoleón en toda Europa. Expulsó a este tirano y sus ejércitos de España. Por esta hazaña, las monarquías de España y Portugal le otorgaron varios títulos nobiliarios, entre ellos el de Grande de España. Es casi seguro que España hoy sería una colonia de Francia de no haber sido por la intervención de ese prócer en la Península Ibérica contra los ejércitos de Napoleón, y la tiranía de éste habría continuado muchísimos años más.
.. Fue muy admirado por casi todos los héroes nacionales hispanoamericanos, entre los cuales están Simón Bolívar y José de San Martín. Se dice que este último tenía siempre un retrato de Wellington sobre la cómoda que había en su dormitorio.—Sherlock.
.. (2) «Vida de Wellignton», por Greig. [Nota del autor].
.. (3). «Vida de Arnold», I, 94. [Nota del autor].

domingo, 4 de septiembre de 2011

Acné.

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ACNÉ
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Tratamiento propio; cuándo ir al médico; algunos consejos
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.. La más común de las dolencias de la piel, el acné, es el azote de los adolescentes, porque son ellos los que más sufren de este padecimiento. En su forma más leve puede ser que sólo se manifieste con granos y espinillas, aunque éstos llegan a ser angustiosos en una edad en la que la apariencia personal importa mucho. En los casos graves, los granos llegan a convertirse en quistes.
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.. El mejor tratamiento casero es el lavado regular con un jabón medicinal o una loción detergente y agua caliente. Controle usted su dieta para comprobar si el chocolate, las frutas secas, los dulces o las grasas empeoran la erupción. Si no mejora su estado o si los granos se vuelven quistes, consulte con su médico. Puede ser que le prescriba una loción, antibióticos o una preparación de vitamina A u hormonas.
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.. Lo que se debe y lo que no se debe hacer.Reciba usted la mayor cantidad posible de luz solar. Los baños de sol contribuyen a menudo a que desaparezca el acné.
.. Aplíquese cremas antisépticas y queratolíticas. Un farmacéutico podrá aconsejarle.
..  Consulte a su médico si hay quistes; si no se tratan adecuadamente pueden dejar cicatrices.
.. Lávese el cabello con frecuencia y llévelo corto. El cabello caído sobre el rostro puede aumentar el número de granos.
.. No utilice usted cosméticos aceitosos o grasos. Pida a su farmacéutico que le recomiende un cosmético sin grasa.
.. No apriete ni se hurgue los granos; empeorarán y pueden dejar cicatrices.
.. No se desespere si los granos no responden inmediatamente al tratamiento. Puede ser que se necesiten semanas o meses, y es improbable que el acné continúe empeorando indefinidamente: más pronto o más tarde mejorará.
.. «Cómo solucionar casi todo», publicado por el Reader’s Digest.